Qué es Prozaicamente?

Ficción basada en hechos reales o realidad basada en hechos ficticios. En todo caso, una parte de mi historia "prozaicamente" narrada.

miércoles, 16 de julio de 2014

Día 20, mes 1. Caminanta, no hay camino.



Habían pasado unos días desde mi primera visita a Andrea y me sentía algo decepcionada.

Después del subidón de autoestima que me provocó el haber tomado finalmente la decisión de hacer algo para cambiar mi vida, llevaba una semana tomando las pastillas que me había recetado y lo único que notaba (Y no era poco) es que dormía mejor, aunque mi apetito parecía más o menos el mismo y las ganas de darme atracones iban remitiendo pero no desaparecían del todo. Decidí tener paciencia, y por supuesto no rendirme antes de volver a hablar con Andrea.

Pero durante la segunda semana algo empezó a cambiar.
De repente no sentía la necesidad de estar comiendo a todas horas. Pensaba en dulces en general, o en chocolate en particular, y no sentía nada en especial. El impulso de realizar incursiones intempestivas a la despensa y saqueos despiadados a la nevera, de repente se habían esfumado.

Cuando me di cuenta me senté muy quietecita en un rincón y respiré profundamente. Me dije a mí misma “Genial, pero tú haz como si nada hasta la próxima visita a Andrea”.

Aún faltaba otra semana para la siguiente cita y hasta entonces todo fue mejorando. Cada día me encontraba más tranquila, y al mismo tiempo con más energías. Empecé a sentir hambre, hambre de verdad, porque sin proponérmelo, sólo comía 3 veces al día. Era una sensación que ya casi no recordaba. Había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba con la panza permanentemente llena. El día ya no se me hacía eterno, conseguía hacer todo lo que me proponía sin cansarme, ya no me limitaba a sobrevivir a partir de las 5 de la tarde. Ahora vivía, por primera vez en mucho tiempo.

Cuando volví a ver a Andrea lo primero que me dijo fue que en mi anterior visita se le olvidó decirme que el tratamiento tardaba en hacer efecto y que no me preocupara si no notaba nada al principio, que a algunos pacientes les llevaba un mes notar mejoría.

Me dijo que no eran muy frecuentes los casos como el mío, en los que el paciente empieza a darse cuenta del cambio cuando lleva poco más de una semana de tratamiento, pero que aún así me recomendaba esperar un par de meses para intentar ponerme a dieta.

Me marché de la consulta con más recetas y con una sonrisa que no me cabía en la cara. Al llegar a casa me pesé y la báscula me dio una sorpresa increíble: Había perdido cuatro kilos en un mes. Sin hacer régimen. Sólo tranquilizándome. Esto prometía!

Al día siguiente salí a caminar. Andar, creo que ya lo he dicho antes, se ha convertido en mi forma de meditar. Me pongo la música adecuada y me psicoanalizo mientras voy caminando por el campo. Lo que ocurre es que hasta entonces, en cuanto la música me hacía evocar ciertos recuerdos, los fantasmas salían y como no tenía huevos para enfrentarme a ellos, cambiaba de canción y el psicoanálisis quedaba para otra ocasión.

Pero ese día me di cuenta de que contra los fantasmas es mejor luchar de uno en uno. Así que de uno en uno me los fui cargando de una vez por todas y sin compasión.


Cada fantasma era una relación dañina, y se corresponde con estereotipos que todos conocemos más o menos de cerca. Cada una tendrá su propio capítulo. Por cada capítulo escrito, un fantasma muerto. Con todos los fantasmas muertos comencé a renacer y a sentirme… Prozaicamente viva.

2 comentarios:

  1. Te leo. Si tengo un rato, te contaré.
    Mil besos.

    ResponderEliminar
  2. Ya te echaba de menos!! a mi las pastillitas me hicieron efecto bastante tarde pero lo que no he conseguido quitarme es este cansancio agobiante. Pasear no puedo (tuve un accidente) pero echo de menos dar largos paseos bordeando la costa por el camino de ronda. Tengo la playa a dos pasos de mi casa y no voy... en fin, que me llevará tiempo... pero lo conseguiré!! un besazo!!!

    ResponderEliminar

Di lo que quieras, estás en el aire.